La leyenda de la “Fuente de el Francés” de Hoznayo

by Eugenio Alonso Cuco | 18 noviembre, 2017 11:42 pm

Quién diría que este paisaje está a escasos cien metros de la autovía del Cantábrico, cerquita de Solares. Parece increíble. Es la fuente del Francés, situada en la carretera que une Hoznayo con Villaverde de Pontones, un camino que también es una joya porque es de los pocos que todavía está flanqueado por grandes plátanos en las cunetas.

Bueno a lo que íbamos. La fuente del Francés es una zona de manantiales llamada así en honor de un abate que huyó de la Revolución Francesa y descubrió las propiedades curativas de este agua. A finales de la década de 1870 Geraro Cagigal creó un balneario que tuvo mucho éxito hasta finales de siglo. Estuvo un tiempo abandonado hasta que lo reflotó el doctor Morales, que explotó sus aguas para la venta en farmacias. El ‘Agua de Hoznayo’ cogió fama y en muchas casas cántabras era el agua de botella de mayor consumo. En 1980 se cerraron todas las instalaciones de embotellado.

Ahora nos queda este paraje con algunas de sus instalaciones medio derruidas. El encanto de lo trasnochado. Y el misterio que te deja ver transcurrir el agua del río Aguanaz por la gruta del Diablo.

En un paraje idílico entre abundante vegetación donde se esconden ruinosos edificios que ya poco o nada recuerdan a un esplender pasado incluso un exitoso hotel o un balneario que llego a tener entre sus visitantes incluso a Alfonso XIII, esta la conocida “Fuente del francés” donde hay una gruta que la conocen como “gruta de el diablo” y un puente que le dan el mismo nombre.  “El Francés”  tiene un origen que parece ser cierto, que la madre del fundador de el desaparecido balneario Genaro Cagigal Toca tenia por segundo apellido “Francés” pero la gente que conoce la leyenda prefiere contar esta otra leyenda:

Cuéntase que huyendo a fines del siglo XVIII un abate francés de las efervescencias políticas de sus país, se refugió en el pueblo de Término, cuyo punto le ofrecía seguridades personales, a causa de estar incomunicado con el resto de la comarca en aquella época, proporcionándole así mismo el grato placer de admirar las bellezas de la naturaleza, la cual repartió con mano pródiga, por cierto, sus dones en este antes solitario país. En una de las frecuentes excursiones que el abate hacía a distancia del pueblo, tuvo la fortuna de encontrarse con un manantial templado, y como padecía bastante de la vista le ocurrió lavarse sus ojos, notando algún alivio inmediato, lo cual le movió a repetir sus visitas y las aplicaciones del agua medicinal hasta que se curó por completo. 

Partiendo de este hecho, y estableciendo quizá comparaciones entre los caracteres del nuevo manantial con otros que él conociera, o quien sabe si por una serie de raciocinios más o menos lógicos, el caso es que principió a dar nuevas aplicaciones a esta agua, empleándolas con preferencia en los padecimientos del estómago e intestinos y en los de la vejiga de la orina. La verdad es que fuera cualquiera el motivo que le sirviera de fundamento para la elección de las enfermedades que debieran tratarse con dichas aguas, no pudo estar más oportuno. Así es que principiaron a conseguirse numerosas curaciones bajo su dirección, llegando a captarse el abate las simpatías de todo el país, no sólo por su claro talento y afabilidad, si que también por el venero de salud, que supo poner a disposición de los habitantes de aquella pintoresca comarca.

Más al cabo del algún tiempo desapareció el abate de estos lugares, ignorándose la causa de semejante resolución, sin dejar en pos de sí vestigio ni testimonio alguno referente a este asunto; lo poco que de esto se sabe es tradicional, conservando el manantial el título del Francés, como recompensa a su descubrimiento.

Hoy por desgracia la cueva donde se alojo este legendario sacerdote, contiene pintadas y aunque se ha intentado cerrar en numerosas ocasiones, los visitantes han roto el candado con el fin de entrar dejando numerosa basura. Esta cueva parece ser de propiedad privada, concretamente de un chalet aledaño que llego a tener una bodega en ese lugar pero renuncio a ella por las muchas intromisiones. Sea de quien sea la propiedad, este lugar merece un respeto que por desgracia no se le da.

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Bibliografía y Fotografía

  • Fotografías de Eugenio Alonso Cuco, colección particular
  • Wikipedia

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