La playa de la Virgen del Mar, una joya de Cantabria

La playa Virgen del Mar es una de las joyas de Cantabria, ya que se encuentra en un entorno inigualable tanto por las espectaculares vistas del mar Cantábrico, como por el verde de la pradera que rodea la ermita situada en la isla, la cual se encuentra envuelta de preciosos acantilados.

Debe su nombre a la patrona de Santander que cada año por su festividad (lunes siguiente al domingo de Pentecostés) la imagen de la Virgen se traslada en procesión nocturna desde la ermita hasta la Parroquia de San Román y es devuelta acompañada del Obispo y el Alcalde de la ciudad, a su lugar de origen. Ese mismo día, se celebra la fiesta invitando a todos los asistentes, a un tradicional cocido montañés y una sardinada; continuando con diversas actividades y la romería de noche.

Pues bien, nos encontramos ante una playa acogedora de unos 400 metros de longitud por 40 metros de anchura. Normalmente es muy pequeña debido a la ocupación del mar y dependiendo de las mareas hay arena o no. La playa está aislada y enclavada en un entorno rocoso espectacular, situada al lado de la ermita del mismo nombre, a la cual se accede a través de un puente que en el 2002 fue reconstruido convirtiéndose en una pasarela ancha y espaciosa.

Se encuentra a pocos kilómetros de Santander, es de fácil acceso y cómodo aparcamiento. Posee también los servicios mínimos. Tenemos también el típico bar de madera de toda la vida, una moderna taberna con motivos africanos de reciente inauguración e incluso el característico heladero móvil.

Es en este entorno tan bello y natural, donde la gente se reúne y pasa los fines de semana en familia, con la típica tortilla, (que no se porque pero sabe a gloria en la playa), la partida de cartas, largas conversaciones, tranquilidad, la obligada siesta después del bocadillo, en fin un día típico de verano, ideal e irresistible.

La playa Virgen del Mar es una de las joyas de Cantabria, ya que se encuentra en un entorno inigualable tanto por las espectaculares vistas del mar Cantábrico, como por el verde de la pradera que rodea la ermita situada en la isla, la cual se encuentra envuelta de preciosos acantilados.

Debe su nombre a la patrona de Santander que cada año por su festividad (lunes siguiente al domingo de Pentecostés) la imagen de la Virgen se traslada en procesión nocturna desde la ermita hasta la Parroquia de San Román y es devuelta acompañada del Obispo y el Alcalde de la ciudad, a su lugar de origen. Ese mismo día, se celebra la fiesta invitando a todos los asistentes, a un tradicional cocido montañés y una sardinada; continuando con diversas actividades y la romería de noche.

Pues bien, nos encontramos ante una playa acogedora de unos 400 metros de longitud por 40 metros de anchura. Normalmente es muy pequeña debido a la ocupación del mar y dependiendo de las mareas hay arena o no. La playa está aislada y enclavada en un entorno rocoso espectacular, situada al lado de la ermita del mismo nombre, a la cual se accede a través de un puente que en el 2002 fue reconstruido convirtiéndose en una pasarela ancha y espaciosa.